23.3.07
8) Candelaria - Oberá
Jueves 23,
Esa mañana nos despertaron los hijos de Don Alegre imitando el silbido de Yací. Desayunamos mate cocido, ordenamos el quincho, armamos las mochilas, nos despedimos de la gente que nos trato tan bien en el UPCN y nos fuimos hacia la ruta para hacer dedo hasta Oberá.
A la media hora de hacer dedo nos levanto un camionero llamado Arturo que nos convido mates y nos llevo hasta el cruce Santa Ana–Oberá en donde empezó nuestro largo camino. Hacíamos dedo pero nadie paraba... caminamos durante horas, descansando en los paradisíacos lugares que íbamos encontrando en el camino, ya estaba anocheciendo cuando decidimos preguntar en una charca si nos dejaban acampar al costado de la ruta, mientras Juan entraba a preguntar yo me quedé haciendo dedo, cuando estaba por darme por vencida paró una camionetita, Juan corrió enseguida a donde estaba yo, y el hombre de la camionetita, Roberto, nos dijo que lo esperáramos 15 minutos que el iba a descargar la camioneta y volvía, le dijimos que no había problema y esperamos tratando de descuerar una Yarará que había muerta en la ruta (que después nos dijeron que ya estaba mala). A los veinte minutos cayó Roberto y nos hizo de guía turística mientras nos llevaba por los caminos zigzagueantes y coloridos de la ruta 14. Una vez en el pueblo nos hizo un recorrido breve explicándonos que era cada monumento o edificio histórico que cruzábamos, en El Parque de las Naciones paramos a preguntar si podíamos acampar. La respuesta fue un “NO” redondo. Roberto dijo que quizás podríamos llegar a acampar en el club de Cazadores así que nos llevo y dejó allí. Nos metimos en el club con la intención de encontrar a algún encargado para pedirle permiso de armar la carpa pero no había nadie. En las puertas y ventanas habían dibujos de armas, era un lugar que trasmitía una vibra muy extraña, así que decidimos salir pronto de ahí porque quizás en una confusión nos podrían llegar a disparar. Cuando estábamos llegando al portón de entrada apareció una camioneta 4x4 que ni bien nos vio empezó a hacer un par de maniobrar raras, Juan se acercó corriendo y vio como el hombre agarraba firme su machete, entonces Juan empezó a hablarle y contarle la situación para calmar al hombre que ni bien miró que había una dama presente (yo obvio =)) se calmo y nos dijo que no se podía acampar porque era peligroso. Nos despedimos y retomamos el camino hasta el centro (6 kilómetros aproximadamente). En el centro nos reencontramos con Julián que estaba con un par de artesanos más que nos llevaron hasta el camping municipal Berrondo.